"En Chile Violeta había alcanzado cierta notoriedad como folclorista, y se comentó que algo tenía con otro joven cantante, protagonista de “La Pérgola de las Flores”, de nombre Pedro Messone. El rumor no fue desmentido ni confirmado. Pero fue en Europa donde Violeta conoció al hombre de quien se enamoró perdidamente. El francés Gilbert Favre, músico, actor, mimo, ocho años menor que ella, era el hombre en el que Violeta vio la encarnación del amante y el compañero para toda la vida.
Tuvieron un romance turbulento, apasionado, trágico. Recorrieron emparejados varios países, haciendo presentaciones conjuntas, trabajando sin descanso. Volvieron juntos a Chile. Ella lo mimaba como a un hijo y lo llamaba Run-Run… Pero Gilbert Favre siempre se iba y la dejaba esperando el reencuentro… Ella lo amaba, lo celaba, lo seguía, le escribía. El la amaba, la visitaba, la admiraba, la criticaba. Les costaba separarse… No podían estar juntos.
Cuando Violeta regresó a Chile, en 1965, se desarrollaba el movimiento de “la nueva canción chilena”, estrechamente vinculado a su trabajo y sus intereses. Se pliega a la explosión creativa de esos días, junto a sus hijos Isabel y Angel, Patricio Manns, Osvaldo (Gitano) Rodríguez, Rolando Alarcón, Víctor Jara, Ricardo García, René Largo Farías, entre otros.
Pone en pie su carpa a fines de ese año. Estaba llena de ilusión y entusiasmo al montar esa especie de circo, como los de su infancia, que quería llenar de muestras artísticas, música y expresiones culturales. Todos los días, Violeta y su hija Carmen Luisa encendían un gran fogón en el centro de la pista, preparaban empanadas, anticuchos, mate y mistela, y esperaban al público. Pero llegaba poca gente, a veces dos o tres personas, frente a las cuales se hacía igual el espectáculo. Violeta canta, baila, hace presentaciones de títeres, muestra sus bordados y esculturas a los pocos interesados.
Los amigos la encuentran cada vez más hosca, agresiva, rabiosa e irascible. Ni la presencia de Gilbert logra aplacarla. Viene a verla a Santiago, le dice que está enamorado de ella, pero Violeta está insoportable y Gilbert sale escapando a los pocos días, rumbo a Bolivia. Violeta escribe y canta: “Run-Run se fue pa’l norte, no sé cuándo vendrá, será para el cumpleaños de nuestra soledad…”.
Fuente: San José 72
Transcripción melódica: Marcos Maldonado Aguirre
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Tuvieron un romance turbulento, apasionado, trágico. Recorrieron emparejados varios países, haciendo presentaciones conjuntas, trabajando sin descanso. Volvieron juntos a Chile. Ella lo mimaba como a un hijo y lo llamaba Run-Run… Pero Gilbert Favre siempre se iba y la dejaba esperando el reencuentro… Ella lo amaba, lo celaba, lo seguía, le escribía. El la amaba, la visitaba, la admiraba, la criticaba. Les costaba separarse… No podían estar juntos.
Cuando Violeta regresó a Chile, en 1965, se desarrollaba el movimiento de “la nueva canción chilena”, estrechamente vinculado a su trabajo y sus intereses. Se pliega a la explosión creativa de esos días, junto a sus hijos Isabel y Angel, Patricio Manns, Osvaldo (Gitano) Rodríguez, Rolando Alarcón, Víctor Jara, Ricardo García, René Largo Farías, entre otros.
Pone en pie su carpa a fines de ese año. Estaba llena de ilusión y entusiasmo al montar esa especie de circo, como los de su infancia, que quería llenar de muestras artísticas, música y expresiones culturales. Todos los días, Violeta y su hija Carmen Luisa encendían un gran fogón en el centro de la pista, preparaban empanadas, anticuchos, mate y mistela, y esperaban al público. Pero llegaba poca gente, a veces dos o tres personas, frente a las cuales se hacía igual el espectáculo. Violeta canta, baila, hace presentaciones de títeres, muestra sus bordados y esculturas a los pocos interesados.
Los amigos la encuentran cada vez más hosca, agresiva, rabiosa e irascible. Ni la presencia de Gilbert logra aplacarla. Viene a verla a Santiago, le dice que está enamorado de ella, pero Violeta está insoportable y Gilbert sale escapando a los pocos días, rumbo a Bolivia. Violeta escribe y canta: “Run-Run se fue pa’l norte, no sé cuándo vendrá, será para el cumpleaños de nuestra soledad…”.
Fuente: San José 72
Transcripción melódica: Marcos Maldonado Aguirre
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